La prioridad era ver al gato que ya estaba debajo de un carro, en las otras casas mucha gente se asomó, pero nadie ayudó. Sr. Gato estaba en shock, gruñía y nos atacaba y se empezó intentar meter por el cofre del carro. Obvio no pudo pero su posición hacía imposible su captura. Miguel subió a la casa por una latita de comida de nuestros gatos, sabíamos que no iba a comer, respirar ya era un logro. Mientras le marcaba a María para que me ayudara a pensar porque la mitad de mi cerebro decidió cerrar temprano ante el stress, Sr. Gato se metió a un estacionamiento público y lo perdí de vista. Desperté al velador con toda la pena del mundo para dejarle la latita y decirle que si lo veía me tocara en el timbre de al lado. Pero no lo vió de nuevo.
Es horrible el no saber que pasó con el gato y no pude dormir bien por ello, pero lo que es más aterrador es la indiferencia de la gente, estamos de acuerdo que no es culpa del perro que su dueño padezca de imbecilismo clínico, sabemos que la responsabilidad recae en el chavo. Ahora hipotéticamente hablando, si yo fuera manejando mientras canto la de “Todos vamos en el auto a pasear” de Plaza Sésamo y este señor fuera como ayer, comiéndose los mocos y con su perro cuadra y media adelante y se cruzara la calle, yo como voy en la lela cantando y el papá de Beto está muy ocupado comiendo secreciones, el resto es inminente…atropello a su perro. La culpa es de él y mía pero la paga el perro y ¿Qué pasaría si yo me fuera del acto? Pues con tooooda la razón del mundo este hombre me mandaría hordas de Nazgul, orcos junto con un ejército todas las exnovias locas del universo a hacerme pagar mis actos. Pero si el perro no tuviera dueño no lo hace menos grave y no me da el derecho a irme, dejar a un animal herido en la calle solo es mas grave que el hecho de lastimarlo.
Todos cometemos errores, de ello aprendemos, pero en nosotros recae la decisión de hacernos responsables, no es ético y no es de listos dejar que alguien más arregle lo que nosotros deshacemos.
